Desde hace varios años en esta época, un grupo de ballenas franca austral visitan las costas de Miramar para alimentarse, descansar y luego continuar su recorrido rutinario.
De todas maneras, especialmente a partir de setiembre el fenómeno se tornó un espectáculo increíble, ya que en gran cantidad y en ocasiones con crías estos cetáceos pudieron divisarse a pocos metros de la playa.
Este fin de semana y con un trascendente movimiento en la ciudad, miles de turistas y residentes pudieron observar las ballenas a su paso. Allí, el avistaje pudo concretarse desde los balnearios céntricos, por lo que cientos de personas concurrieron rápidamente con sus cámaras fotográficas y video a la orilla del mar y las escolleras para no perderse este impactante suceso.
También pescadores que se encontraban en las playas vírgenes entre Miramar y Mar del Sud a la altura de la desembocadura del arroyo "La Totora", dejaron sus cañas y demás elementos para concentrar su atracción en el paso de estos cetáceos.
Otro de los sectores elegidos como gradas para disfrutar de las ballenas fue uno de los caminos aledaños al vivero dunícola, donde se concentró un entusiasmado público.
Dada la trascendencia del acontecimiento, hasta el secretario de Turismo de la provincia, Ignacio Crotto, manifestó su asombro: "Tenemos una perlita en Miramar ya que hace una semana puede observarse desde la costa a 6 ballenas con sus crías que se pasean por la zona, un gran espectáculo para disfrutarlo en familia", dijo.
Motivos del acercamiento
De todas maneras, para explicar con mayor criterio esta situación, LA CAPITAL consultó a fuentes entendidas en el tema.
"A partir de los años '80 las ballenas franca austral comenzaron a ser picoteadas por gaviotas mientras reposaban en la superficie. Pero en la zona de Puerto Madryn las aves adoptaron la costumbre de agredirlas en la piel y esto las obligó a realizar continuos traslados. Eso explicaría en parte la situación", argumentó Daniel Boh, encargado del museo municipal "Punta Hermengo" y permanente estudioso de este tipo de fenómenos.
Otra de las cuestiones es el incremento desmesurado de los avistajes en barco y la actividad de pesca en profundidades que también podría llegar a molestarlas.
"Hace años se veían sólo toninas pero ahora estas acciones son tan frecuentes que llaman la atención. Normalmente llegan a Madryn en el otoño y a fines de la primavera siguen al sur para luego volver al norte", destacó.
También se sabe que no sólo en esa zona se reproducen y nacen sus crías sino que lo pueden hacer en otros lugares.
"Nosotros estuvimos filmando la semana pasada a dos o más ejemplares frente al vivero y parecía el típico juego al momento de la reproducción ya que había una que se mantenía varias veces panza arriba. También se cree posible que estén ampliando su distribución que era mucho más grande antes que fuera perseguida por los balleneros", subrayó Boh.
En 1995, cuando encalló el especimen cuyo esqueleto permanece en el museo de Miramar, apenas empezaban a observarse las ballenas franca austral ya que seguramente hacían su migración mar adentro.
Hoy, el panorama es diferente y determinó un impensado gran atractivo de fin de semana largo frente a las playas miramarenses.