7 de julio de 2019

Hallazgo de restos fósiles de Thylatheridium, un pequeño marsupial extinto.



A pesar de estar ocupados con el futuro Museo de ciencias naturales, también se siguen inspeccionando los acantilados de la zona. En este caso se trata de una mandíbula de Thylatheridium, un pequeño marsupial, similar a la actual zarigüeya, hallada por Mariano Magnussen en estratos de unos 3 millones de años. A pesar de su tamaño nos puede dar gran cantidad de información sobre la ecología de aquellos tiempos.
El Thylatheridium fue un animal perteneciente a la familia de los marsupiales. Su cráneo es relativamente grácil y pequeño, que da cuenta de una caja cerebral estrecha. El hocico es en punta. Su cola era larga y prensil como otros didelphidos. Este grupo son adaptables a ambientes diversos, aunque preferirían las zonas arboladas, cercanas a alguna fuente de agua.
Estas necesitarían disponer de un refugio seguro que les proporcionara reparo durante el día, ya que sus actividades son nocturnas, y abrigo durante el invierno, periodo que le resultaba especialmente crítico ya que no toleraría bien los enfriamientos y los fuertes vientos que provenían del Pacifico. Sin embargo, no construía madrigueras.
Aprovechaba los refugios naturales -cuevas formadas en las rocas y, sobre todo, los troncos de los árboles-, o bien ocupaba refugios construidos por otros animales y abandonados. Probablemente Thylatheridium era hábitos sumamente solitarios, o por lo menos el registro fosilífero parecería reflejar esta conducta. Thylatheridium era omnívoro y tenía una dieta variadísima. Esta peculiaridad de ser un depredador no especializado le permite adaptarse casi a cualquier tipo de hábitat.
Cuando se trata de vegetales le apetecerían especialmente los frutos maduros, y también los brotes y los tallos tiernos. Consumía invertebrados -insectos y lombrices- y muy a menudo aves pequeñas, que, sobre todo en apoca de cría, eran un componente principal de su alimentación