15 de noviembre de 2011

Fósiles de Gasterópodos marinos del Pleistoceno fueron recuperados por el Museo de Miramar, tendrían 120 mil años.


En los yacimientos paleontológicos marinos que aparecen con breve frecuencia en los afloramientos geológicos del S.E bonaerense, se han encontrado moluscos que aun tienen representantes vivientes en el océano atlántico, y que vivieron durante el Pleistoceno, hace 120 mil años antes del presente. Es muy raro que aparezca un fósil de origen marino en una zona terrestre. La explicación, proviene de los diferentes estados naturales que se han suscitado en el transcurso de los milenios.  Localmente, se denominan transgresiones marinas o ingresiones marinas a los avances de la línea de costa sobre un espacio continental, y regresiones marinas al fenómeno inverso. La orilla del mar es "fluctuante", es decir, en la época de los glaciares el borde costero de la región pampeana se encontraba a 200 kilómetros mar adentro, sobre el borde de la actual plataforma marítima,  ya que el agua se depositaba en aquellos fenómenos naturales, llamados glaciares, lo cual impedía una entrada de mayor altitud. Las primeras menciones sobre la existencia del ingreso marino sobre el continente, son de índole paleontológica y datan desde mediados del siglo diecinueve. Fueron efectuadas por d’Orbigny (1842), quien halló moluscos marinos en los alrededores de la ciudad de Paraná y en la desembocadura del río Negro. Unos años más tarde, Darwin (1846) encontró la misma fauna en la península Valdés, quedando así establecida la presencia de estos depósitos en la Patagonia septentrional y en la provincia de Entre Ríos, los que constituyeron, por otra parte, las primeras citas del Terciario marino en la Argentina. Así lo explica en una entrevista Mariano Magnussen Saffer, presidente de la Asociación Amigos del Museo de Miramar, y detallo los depósitos fósiles -terrazas marinas o cordones conchiles- son formados por acumulaciones de origen sedimentario producidas por episodios marinos de avances y retrocesos ocurridos durante el cuaternario. El material recuperado, corresponde a un gasterópodo de la familia Volutidae que se caracteriza por presentar una concha grande de forma oval globosa, sólida y pesada, de color blanco tiza externamente. Mide hasta unos 200 mm de longitud máxima. Es una especie de aguas templado-cálidas que habito en profundidades de entre 5 y 80 m sobre fondos blandos. Su distribución geográfica en la actualidad abarca desde Río de Janeiro (Brasil) a Golfo San Matías (Río Negro, Argentina. Más allá de su hábitat natural, las fuentes de aprovisionamiento potenciales con mejor accesibilidad son los depósitos fósiles del Pleistoceno y, principalmente, del Holoceno de la provincia de Buenos Aires y de Patagonia, y las playas actuales, donde los moluscos llegan por tormentas. Las variaciones eustáticas han quedado reflejadas no sólo en el área de estudio, sino en gran parte del litoral bonaerense y sur entrerriano por un conjunto de rasgos geomórficos y de facies sedimentarias. Las unidades reconocidas en el afluente corresponden a las ingresiones marinas del Pleistoceno tardío denominadas Belgranense (Ameghino 1889) y Formación Pascua (Fidalgo et al. 1973b) asignadas al Ultimo Interglacial. En sedimentos de la ingresión pleistocena aflorantes en el área, se hallaron abundantes bivalvos (Ostrea, Tagelus y Mactra), foraminíferos (Ammonia, Elphidium) y ostrácodos (Cytheracea, Cyprideis) que sugieren un paleoambiente mixto de energía moderada. Según los primeros estudios de laboratorio, el fósil corresponde a un gasterópodo Adelomelon (Dall, 1906) de un caparazón se constituye de 6 anfractos, los cuales en la parte visible de la espira son aplanados y el último es convexo y globoso. Sutura bien definida, generalmente ondulosa. La ecología de su representante viviente ayuda a conocer la paleoecologia del ejemplar hallado. Esta especie de gasterópodo se localiza viviendo sobre el fondo de la plataforma marina, especialmente fondos areno-fangosos. Es un organismo que integra la epifauna deslizándose sobre el sustrato por medio de un pie musculoso. Posee sexos separados, siendo esta especie de gran interés científico por ser el único volútido que pone sus embriones en cápsulas libres (ootecas). El primer registro sobre observaciones de ovicápsulas fue realizado por d'Orbigny (1846) quien menciona la significativa abundancia de éstas en la Bahía de San Blas (Provincia de Buenos Aires, Argentina). En 1889, Dall hace referencia a la presencia de esta ooteca en aguas afueras del Río de la Plata. Carcelles (1944) realizó observaciones más firmes sobre la ovipostura de caracol negro, registrando la presencia de 5 a 15 embriones por cápsula. Es carnívoro alimentándose presumiblemente de almejas del fondo. Por otro lado, el museólogo Daniel Boh, titular del Museo Municipal “Punta Hermengo”, comento que: “el material hallado y recuperado se encuentra en preparación, para su ingreso a la colección institucional, a fin de enviar los datos al Registro Oficial de la Autoridad de Aplicación (AAN) de la ley 25.743 en materia paleontológica y arqueológica, que protege el patrimonio de todos”, concluyo.
Mas info en http://www.museodemiramar.com.ar/