El edificio, levantado a fines del siglo XIX, recupera su
esplendor; prevén abrirlo en cinco años
Por Darío
Palavecino | LA NACION - MAR DEL SUR.- El
primer paso es casi estético y más que bienvenido. De hecho, ya se ven los
primeros resultados. La fachada es una clara muestra del antes y el después. El
sector más próximo al mar, con paredes descascaradas y ornamentos que penden de
las cornisas, resume el abandono y la desidia que abrazaron a este edificio
durante las últimas décadas. El otro extremo es la renovación en marcha y un
buen anticipo de un futuro no muy lejano, ya con paredes prolijas y aberturas
que con tarea artesanal recuperan líneas arquitectónicas merecedoras de elogios
de aquellos turistas que allí pernoctaban a fines del siglo XIX.
Ese ayer y hoy plasmado por estas horas en el frente del Boulevard Atlantic
Hotel permite un viaje en el tiempo entre aquellos años de gloria y glamour,
los tiempos recientes signados por el abandono y este presente que deja atrás
el riesgo de condenarlo a las ruinas y lo acerca al pretendido objetivo de
recuperar huéspedes, ahora con características, condiciones y oferta propia de
un establecimiento con nivel comparable al de un cinco estrellas.
Las obras de restauración y recuperación de este emblemático hotel, unos 15 kilómetros al sur
de Miramar y a menos de 200
metros de la playa, llegaron de la mano de un inversor
privado que se entusiasma con reinaugurarlo en cinco o seis años. El proyecto
contempla una reforma total en el interior con la construcción de casi 40
habitaciones bien amplias, confitería y salón comedor en planta baja, piscina
climatizada, gimnasio y salón para eventos, entre otros servicios.
Los trabajos comenzaron hace dos meses, y en este breve período ya se ven
cambios muy notorios, que comenzaron sobre la fachada que da a la Avenida 100. Se inició por
el sector del ala oeste de este inmueble de 4500 m2 cubiertos. Supo
tener 76 habitaciones, cuya distribución aún se puede percibir en la pizarra de
conserjería, donde el nombre de huéspedes y reservas para mesas del comedor se
anotaban y renovaban a diario con tiza y borrador. El edificio original comenzó
a construirse en 1890.
"Después de mucho tiempo podemos ver que el Boulevard Atlantic Hotel
empieza a ser recuperado para devolverle las condiciones que lo hicieron
destacar durante más de un siglo", dijo a LA NACION Eduardo
Gamba, que alquiló y operó el establecimiento entre 1972 y 1993, ha habitado allí
durante los últimos años y acaba de firmar un acuerdo para que un inversor
privado aporte fondos y mano de obra para restaurar el edificio y devolverlo al
mercado.
Puertas adentro, todo es deterioro. Los fieles pisos de pinotea soportaron
más de un siglo y son los que en los últimos tiempos vieron pasar a miles de
visitantes, que ahora pagan 25 pesos para visitas guiadas por estas
instalaciones dominadas por techos plenos de goteras y sostenidos con tabiques
para evitar derrumbes, paredes picadas y húmedas y algunos detalles que
mantienen algo del lujo que alguna vez tuvo, como espejos trabajados y farolas
de época.
En el patio interno sobreviven las dos enormes palmeras -tan simbólicas como
para ser parte del logo publicitario del hotel- que superan la línea del techo
a dos aguas y realzaban la vista que tenían los huéspedes desde la galería del
primer piso.
Los andamios cubren la mitad de la fachada, sobre la que se concentran las
obras de restauración. Los cambios son contundentes y todo parece indicar que
antes de que finalice el año el Boulevard Atlantic Hotel mirará a la calle con
una imagen renovada a nuevo, tarea de restauración que lleva adelante la
empresa de los hermanos Julián y Juan Manuel De Michenzi.
"Será un gran beneficio para Mar del Sur, todo un atractivo turístico y
en pocos años más un hotel de categoría como no había por aquí", destacó a
LA NACION la
secretaria de Turismo de General Alvarado, Eugenia Bove. De la fachada se
rescataron las piezas decorativas que estaban en mejor estado y se las copió a
partir de matrices y moldeados, un trabajo que se realiza todo a mano. A
cuchara y fratacho, previo picado de la superficie deteriorada, se devuelven
solidez, prolijidad y presencia a todo el frente. "Esto se dejó estar,
porque el hotel funcionó a pleno hasta 1993", recuerda Pedro Basili, que
junto a Gamba está en el establecimiento y hace las visitas guiadas
Mas info
www.museodemiramar.com.ar